"...porque de cierto os digo, que si tuvieseìs fe como un grano de lostaza, direìs a este monte: pàsate de aquì para allà, y se pasarà y nada os parecerà imposible". Mateo 17:20.
Mientras Jesùs hablaba con los discìpulos de Juan el bautista, llegò un hombre importante a la sinagoga -seguramente porque todo lo demàs la habìa fallado- y se postrò ante Èl, diciendo: "Mi hija acaba de morir, màs ven y pon tu mano sobre ella, y vivirà". Jesùs se levanto y le siguiò con sus discìpulos. Al ir caminando, una mujer enferma desde hacìa doce años, se acercò a Jesùs por detràs y tocò el borde de su manto, porque ella pensaba que si solamente tocaba su manto, serìa sana.
Jesùs se dio cuenta de ello, se volviò hacia ella y le dijo con ternura: "Ten ànimo hija, ¡Tù fe te ha salvado". Y la mujer fue sana desde desde momento.
tanto aquel hombre importante como aquella humilde mujer llegaron a Jesùs en su propia forma y como eran. Jesùs con amor satisfizo sus peticiones por la fe que vio en ellos. En esta forma, Jesùs muestra que a Èl no le importan nuestras imperfecciones o intereses, sino que siempre nos recibirà tal y como somos, tan sòlo mostrando nuestra fe....aunque sea del tamaño de un grano de mostaza.
Si quieres encontrar a Dios, cultiva desde ahora, la semilla de tu fe.
"No hay que preocuparse por lo que somos, sino por la fe que tenemos".
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